viernes, 21 de octubre de 2011

"EN UN SUEÑO"


"EN UN SUEÑO"
POR: PABLO SOLÓRZANO GUDIEL

Un día abrí mis ojos al sol,
y estabas allí aferrándote a mi almohada,
ibas a caer, te sujetaste a mí,
eras un sueño y te empece a amar.

Eras un sueño y eres mi razón,
has caminado en mis entrañas,
dibujando siluetas en mi mente
y has hecho un jardín de flores moradas.

Tu esencia, tu aroma de rosa alhelí;
son tus besos dejando marcas en mi piel,
el sabor de tus labios iluminando mi ser,
es una razón poderosa para amar y creer.

Tu mi razón, mi sueño y poesía
mis palabras llenas de amor y fantasía;
tu te envuelves en mentales cortinajes
instalas recuerdos y cada noche
emerges en mis sueños.

sábado, 15 de octubre de 2011

"EL BAILE DE RÍO ESPERANZA" (2007 - Cuento)


“EL BAILE DE RÍO ESPERANZA”
Por: Pablo Alejandro Solórzano Gudiel.

- Espérame Lucía, que el día apenas comienza – gritaba yo esparciendo mi voz en el ambiente puro y claro de mi bello Río Esperanza, se esparcía mi voz entre el imponente sauce que cubre bajo sus torneadas hojas una parte del cristalino río - Lucía no me ignores que voy tras de ti.
Seguí tras ella, pero su silencio me desconcertaba, como alguien con quién he pasado tanto tiempo me ignora tan severamente, asesinando con su silencio la emoción de la promesa de poder ser felices, y es que aun no entiendo, el ¿por qué? de ese comportamiento; y se sentó en un tronco a la par del viejo sauce; y recordé.
- Me amarás – me dijo ella una vez – incluso cuando ya no viva.
- Claro y lo haré por siempre. – sinceramente eso dije.
- Pero sabes, que el destino envuelve en sus alas a los hombres, mi destino esta dado y mi vuelo esta planeado.-
- No pienses así – traté de consolarla – así como Dios hace de un desierto un oasis, así sanarás.-
- Te creo – me miró, sonrió y sus ojos cerró, y con un leve suspiro me preguntó - ¿Me darás un último baile en la fiesta del pueblo? – un silencio caló un instante mi voz, no deje que el sonido del silencio perpetuara y le respondí.
- Nada me lo impediría, allí estaré.
Y el silencio de nuevo figuró, ella fundió con ternura su cabeza contra mi pecho, sus brazos pedían la fuerza de los míos, la abrasé y besé su frente; y dejé al tiempo con el silencio, y solo éramos, ella y yo.
Recordando esto la noche llegó, toda la gente salía a la plaza, que adornada en multicolor algarabía, asemejaba que sería una noche de fantasía, más a lo lejos de la falaz algarabía, una piel en contraluz, levemente a la par del sauce aparecía, era Lucía, que recibía suavemente la fosforencia de las luciérnagas que a la noche junto al sauce salían; y fui tras ella y dije:
- Hoy es la noche – ella llorando me veía – es el baile, y estoy aquí, porque sé, que te amo como un loco, porque sé, que no hacerlo va contra todo lo bello que nos rodea – ella callándome con su dedo me contestó.
- Has venido, como la flecha busca su diana – una lágrima rodaba en su mejilla – y me has llenado de amor este día.
Tomó mi mano, y lentamente nos unimos, éramos uno, sus lágrimas en mi pecho caían y no entendía porque lo hacía; bailamos toda lo noche, cuando se separó de mí lloró, nos unimos en un beso y huyó.
Esa noche, la busqué; ella dulcemente en su casa dormía, entre por su ventana y me acerqué a ella, rocé mi mano por su cabello y llegué a su mejilla y dije:
- Hoy he visto en ti el verdadero nombre de los ángeles, hoy sé que se llaman Lucía.
Al decir esto, la noche oscura, desapareció; y un halo místico de luz apareció, en el, una voz que en proximidad su tono crecía y con faunesco canto a mí se dirigía:
- Alejandro, has cumplido, ven conmigo tu travesía al fin termina – tendiéndome su mano en ademán de compañía, me tocó y dije:
- ¿A dónde? ¿Por qué mi travesía termina?- el iluminado ser sonrío y me dijo.
- Habla con ella, dulce canción, que ella te escucha, no pondrá oposición.
Camine y me arrodillé a lado de su estera, la mire de nuevo con tierna ilusión y desde el fondo de mi corazón, dije con sencillez, las exactas palabras que Dios puso en mi inspiración.
- Lucía te amo y eres todo lo que buscaba – ella en su sueño suspiró y dijo.
- Te fuiste mi amor, pero aun así me cumpliste; descansa y sé feliz.
Esas palabras, me impactaron y desenterraron en mí, mi memoria, lo recuerdo, regresaba el pueblo en mi camionetilla, llovía, era de noche y no disminuía; la lluvia el camino enlodado ahora todo lo entendía; me caí sobre mí y la iluminada imagen su mano me ofrecía, y con tranquilidad esto él me respondía:
- Anda, despídete, que de aquí en adelante todo es una nueva travesía.
Me acerqué a ella, aun dormía, y susurre a su oído:
- Te amo, Lucía, te amo todavía, y lo haré aunque ya no viva. – la bese en la frente y me aleje de ella; seguí a la imagen hacia la luz y no voltee, llevaba en mí el peso de mi fantasía y la voz de Lucía, diciéndome “me amarás, incluso cuando ya no viva”.

Fin