Por: Pablo Solórzano Gudiel
Santos tus labios que manan el elixir mágico del deseo,
bendito tu cuerpo, delicado templo esculpido en sueños;
bellas tus piernas, delicados pilares icónico diseño de Orfeo,
solariegas tus bóvedas donde hacen eco mis besos.
¡Oh mujer! tu bien preciado, fruto de amor veraniego
¡Oh mujer! es en ti donde inicia y termina el terreno,
fértil manto de piel, donde brotan ramas en el desierto,
ramas con frutos, aroma que lleva directo al sueño.
Duermo ¡oh mujer! y duermo con tu figura,
respiro tu suave hálito de nuez y ternura,
aroma que de ti respiro en imaginario desierto
y surco tu piel en suave abrazo, sé que aún sueño.
¡Oh mujer! dueña en realidad, dueña en sueños,
tu cabello, parvada de negras golondrinas en vuelo,
traen consigo suspiros emanados por ti en el viento
por momentos te respiro en mi desierto, y sueño.
¡Oh mujer! tus santos labios, tu bendito cuerpo,
soy testigo de la realidad de tus besos sin medida,
pues siento cuando me besas ¡oh mujer!
que cada segundo en tus labios, se vuelven eternos.
